En la Alemania derrotada de la I Guerra Mundial el Tratado de Versalles imposibilita el desarrollo de la aviación a motor. Sin embargo, el vuelo sin motor progresa a buen ritmo gracias a los llamados “akaflieg” (Akademische Flieger Korps), grupos de investigación, construcción y experimentación constituidos por aficionados a la sombra de distintas universidades, quienes poco a poco van avanzando en el diseño de planeadores y en las técnicas de vuelo. Inicialmente se despegaba desde las laderas, mediante un sistema de lanzamiento con gomas, buscando estas localizaciones por iniciar el vuelo con un largo planeo asegurado. En 1922 se llega a comprender las ascendencias orográficas producidas por el viento, posibilitando los primeros vuelos de distancia siguiendo los relieves orientados al viento.
En 1926 Max Kegel se acerca una tormenta y es literalmente engullido por ella. Afortunadamente sale ileso de la nube y se lanza viento en cola hasta conseguir un vuelo de 55km de distancia. Se acababa de descubrir las ascendencias convectivas abriendo una nueva vía para continuar avanzando.
Mientras tanto, en nuestro país resulta dificil de decir donde y cuando nace el vuelo sin motor. Miguel Tauler en su “Historia del vuelo sin Motor” habla del “adelantado” José Luis Albarrán Reyes, suboficial piloto de la Aviación Militar Española que ya desde 1922 sigue de lejos la marcha del vuelo sin motor en el mundo. Albarrán parece ser que logró despertar en sus superiores sus mismas inquietudes y logró ser pensionado en 1930 para asistir al curso de piloto en la Wasserkuppe con el fin de aprovechar ese conocimiento para organizar el ya incipiente vuelo sin motor español.
El 16 de junio del año 1931, un grupo de jóvenes oscenses que desde hace ya diez años seguían con interés las noticias que provenían desde Alemania se reunen en la terraza del casino oscense para constituir el Huesca Aero Club. Sus principales entusiastas son entre otros los hermanos Antonio y José María Bescos, Francisco Arnal, José María de Navascues, Mariano Gómez Zamora y José Atarés.
En 1934 el Huesca Aeroclub contaba ya con 40 socios. De ellos, 8 pilotos “A”, 6 “B” y 3 “C”. Volaban tres planeadores, un Anfänger, un CYPA, …y el Osca que construyeron ellos mismos. Aquel año, el Huesca Aeroclub patrocinó la “I Semana nacional de Vuelo sin Motor” que se convirtió en la mayor concentración de aficionados que hasta la fecha se había celebrado en nuestro país hasta el punto de que el Diario de Huesca llegó a afirmar que la ciudad había cobrado una animación superior a la de las fiestas de San Lorenzo. La mayor permanencia en el aire la consiguió el piloto “Bruno” con un vuelo de 1 hora y 37’ y 350 metros de altura máxima. Le siguió otro vuelo de José María Bescós con un vuelo de 40 minutos. Ambos vuelos les sirvieron para conseguir sus títulos “C” de vuelo sumando entotal diez horas de vuelo.
Del 5 al 12 de abril de 1936 se celebró en Huesca la “II semana de vuelo sin motor” que superó a la del año anterior y motivó que el Huesca Aero Club hiciese un llamamiento en la prensa local para solicitar la ayuda de los ciudadanos ya que se preveía que los hoteles y casas de huéspedes no serían suficientes para albergar al elevado número de pilotos y simpatizantes inscritos. Es de destacar un vuelo del 8 de abril del piloto “C” José María Bescós con el objetivo de conquistar el record de altura que según contaron consiguió fácilmente debido a las excelentes perfomances del aparato (el “Osca”). Las cifras de la semana no dejan de ser curiosas: 199 vuelos y 12 horas de vuelo. 117 pilotos y alumnos de toda España, 21 planeadores. Entre los logros 3 pilotos “A”, 14 “B” y 7 “C”. La “II semana de vuelo sin motor de Huesca” terminó el 12 de abril de 1936. Es decir, 3 meses y 6 días antes de que todo acabase.